miércoles, 20 de agosto de 2008

pedacito

Caminaba por delante de aquel túnel, con la seguridad de que todo era provocado por lo extenuando de la jornada y la forma médica en que había sido inducida al descanso. Miraba las paredes del cobertizo con la sensación de que en algún momento alguien había fotografiado todos los momentos mas horribles de esos tres últimos días. Ahí estaban, en la pared, sin un orden concreto, por lo menos en su cabeza, sin la consecuencia de tiempo y lugar adecuado. Pero eran ellos, las caras, los lugares, sin duda eran ellos, los que habían provocado el resultado fatal de su conciencia, los mismo que ahora aparecían en las fotos, todo era aturdidor y difuso, pero aun así, no se quería perder nada de lo que ahí ocurriera.

Con todo lo actriz que siempre fue, le parecía fantástico tener un final tan romántico, poético, legendario. Con luces, oh Dios, de que manera la deslumbraron y confundieron esas luces. Una a una se iban accionando y desactivando, moviéndose y cambiando de color. Primero la de su auto, que le bailaba y cantaba una canción ya conocida. Una canción ya antes cantada y bailada por ella misma, evocando una fiesta vivida hace poco tiempo atrás, la recordaba bastante bien como para sentirse confundida al ver a todo el mundo con mascaras, los que habían compartido con ella trabajo, vecindario, en fin su vida completa, todos ellos se encontraban ahí, detrás de las mascaras.
De repente entre todos ellos aparece aquella mujer, la única sin conservar su mascara, y se dirige directamente a ella. mostrando su rostro en totalidad.
- No me olvidarás.- Le dice.
Riendo responde - ¿Acaso tu lo harás?
Mientras ella ríe desesperadamente, otra luz gigante se acerca, poderosa, atrayentemente, pero demasiado vertiginosa que la hace impulsivamente cerrar los ojos. Al abrirlos sólo esta la luz y el gran pasillo, aun relucen brillantes fotos de lo pasado, escenas que parecían incluso moverse entre si... se inquieta pero siente una presión en su brazo que la vuelve a querer concentrarse en todo lo que esta pasando a su alrededor.
Desde una de las fotos siente un susurro que la atrae, mientras se acerca, el susurro se va convirtiendo en un desconsolado llanto, ella lo escucha atentamente y sabe muy bien a quien pertenece cada lastimero sonido, incluso a pesar de las luces que se intensifican y bajan su densidad, puede reconocer la escena, vivida recientemente, y desde la escena y los sonidos reconoce a las personas, vestidas del mas oscuro luto, juntos sus sollozos van formando otra melodía, también conocida, y entre mas suena en su cabeza la luz a su alrededor se iba vistiendo de luto también, a pesar de la oscuridad, ella sigue reconociendo la escena, tan bien como conoce al personaje que descansa en el cajón, aquel que suponía la conocía mejor a ella, y ella a él. No era así, ya lo había comprobado, de la peor forma posible, perdiendo de él lo que mas quería, definitivamente no lo conocía ahora, pero lo había conocido, le había entregado todo lo que ella fue en cierto momento, y en cierta forma por el se había convertido en lo que la llevara a su final. Se quería acercar a él, confesarle su perdón, perdonarlo, lo que mas necesitaba era la tranquilidad de perdonarlo, pero el se aleja, sin que nadie lo lleve, el se aleja, y los sollozos se convierten en llantos angustiosos, que van encendiendo y apagándolas luces con rabia, su cabeza se tambalea, suplica el silencio, con todo su corazón va suplicando el silencio, el que llega como agua fría en su cabeza, y entre los miles de llantos apagado y luces sosegadas, una tenue claridad llega sobre una sola persona, una silueta ya conocida, una mujer.
- No me olvidarás.
- ¿Acaso tú lo harás?
Sabía que lo peor era sostenerle la mirada, era lo primero que quería apartar de sí. Poniendo toda su energía en ello, untando sus dedos con fuerza, escuchando volver los llantos y lastimas anteriores, viendo bailar las luces otra vez, aprieta nerviosamente y tirando con desesperación, al compás de las luces y los quejos, el ultimo esfuerzo y estaba hecho, esa mirada que tanto la atormento, que por tanto tiempo debió sostener, muy conocida y amigable en un principio, tanto que de alguna manera sintió depositar la confianza en esa mujer, pero después un tiempo aprendió a reconocer cierta malicia en ella, ciertas intenciones insanas, cierto dejo de burla, después de los encuentros furtivos, que mantenía con aquel, y que ella veía desde su sofá, sin convencimiento del hecho. Esa mirada, ya estaba fuera de su vista, para siempre.

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